Teresa Iranzo Roura, abogada del M.I. Colegio de Abogados de Pamplona y gerente del
Tribunal Arbitral de Barcelona, pronunció el jueves, en la sede del MICAP, la conferencia titulada ‘Arbitraje:
ventajas y retos de futuro. Análisis de cuestiones prácticas’, en la que
partiendo de preguntas como ¿nos hemos preguntado alguna vez qué modelo de
justicia busca el ciudadano? o ¿qué necesidades necesita cubrir cuando surge un
conflicto en el que es parte?, revisó este sistema alternativo de resolución de
conflictos que puede satisfacer en grado máximo las necesidades del ciudadano.
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Teresa Iranzu, fotografiada en la sede del MICAP. |
“Como abogados tenemos que buscar el sistema de resolución
de conflictos que más le convenga a nuestro cliente, no mirar nuestra
comodidad, nuestro interés, sino el del cliente, y realmente el arbitraje y
otros sistemas alternativos de resolución de conflictos, como podía ser también
la mediación u otros, consiguen dar satisfacción al cliente con muchísimo menos
coste, de una forma mucho más rápida y más eficaz”, expuso Teresa Iranzo, quien
dijo que es así “porque las personas que deciden son especialistas que tienen
muchísima más disponibilidad para atender los casos y al final los tiempos y
los costes resultan mejores que con una justicia ordinaria, que está realmente
colapsada”.
Opinó que la abogacía tiene que dar un paso adelante, como
el legislador y también las universidades “porque es una asignatura que no está
en los planes de estudio y nos queda aún un camino muy largo por recorrer. Creo
que impartir sesiones de cultura arbitral es imprescindible”.
Futuro halagüeño
Teresa Iranzu ve a la abogacía “dividida” ante el arbitraje,
con algunos profesionales que son reacios a los sistemas de resolución de conflictos
en general “unos por ignorancia, otros porque quieren sacar el máximo partido a
sus casos. En el arbitraje el laudo es definitivo y resuelve la controversia, ahí
se acaba, mientras que en la justicia ordinaria los procesos se alargan con
recursos”. La ponente se mostró esperanzada porque “la juventud saldrá de las
universidades con mayor cultura que con la que salíamos nosotros y creo que van
a ayudar mucho las tecnologías y, sobre todo, las necesidades de la
globalización, que por supuestísimo nos va a imponer el arbitraje internacional
y eso creará sinergias internas. Tenemos un futuro halagüeño”.
Al mirar a los países de nuestro entorno, especialmente Gran
Bretaña y Francia, Teresa Iranzu ve que en ellos el arbitraje está más
desarrollado con organismos como la London Court y la Cámara de Comercio
Internacional “que son ejemplos de buen hacer, y sobre todo hay mucha más
cultura. Los anglosajones –añadió- tienen la ventaja de que no les asusta la
flexibilidad, que es una de las características del arbitraje, mientras que en
España el abogado quiere que todo esté pautado y regulado, lo que se sale un
poco del marco del arbitraje que quiere que la autonomía de la voluntad de las
partes sea suprema y superior a todo, de forma que solo se aplicarán los
reglamentos de las instituciones en defecto de acuerdo entre las partes que son
las que deciden qué hacer con su procedimiento y sus necesidades”.
Tradición y trabas
Existe tradición arbitral histórica, y, sin embargo, no
existe cultura arbitral. El arbitraje sigue siendo un gran desconocido. ¿Por
qué? La oradora explicó que la tradición histórica se remonta a la época de los
fenicios y de los griegos, está en el Derecho Romano e incluso la Constitución
de 1812 reconoció el arbitraje. “Lo que ocurre es que luego el sistema
legislativo ha ido poniendo trabas como la ley de 1953, que pretendía ser
unificadora y dar vías al arbitraje, pero que fue conocida como la ley candado
porque realmente lo impedía”.
En 1988 se promulgó la primera ley autónoma “que nos dio vía
al arbitraje internacional y al arbitraje institucional”, y en 2003 se redactó
otra de acuerdo con las normas internacionales de la Comisión de las Naciones
Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (Uncitral). “Es cierto que ha
habido tanto tradición histórica como cortapisas legislativas,
jurisprudenciales y sobre todo de cultura porque no se ha enseñado este
sistema”, resumió Teresa Iranzu.