El pasado viernes, día 22 de febrero, la sede del M.I. Colegio de Abogados de Pamplona fue escenario de la presentación del libro “Un momento en la luz”, biografía de María Lacunza, la primera abogada de Navarra y Gipuzkoa, colegiada en Pamplona y San Sebastián en 1927.
El acto, presentado por la decana del MICAP, Blanca Ramos, contó con la presencia del autor del libro, Luis Garbayo; y del abogado y escritor Pedro Charro, quienes, tras la intervención de la decana, conversaron sobre diferentes aspectos de la elaboración del libro e hicieron un recorrido por los elementos más destacados de la inusual biografía de Lacunza, una mujer tenaz y valiente que peleó contra el espíritu de su tiempo hasta convertirse en una de las primeras abogadas españolas.
Además, durante la presentación, tomó la palabra Víctor Herrero Lacunza, hijo de María Lacunza, quien aprovechó para agradecer al autor el esfuerzo dedicado a la elaboración del libro, así como al MICAP, por haber decidido, durante los actos del bicentenario “sacar a la luz la figura de mi madre. Ese interés y ese trabajo para mí y para mis hijos, tiene un valor incalculable”, explicó.

Durante el diálogo que llevaron a cabo, Garbayo y Charro desgranaron detalles, anécdotas y sucesos relacionados con la investigación y redacción de la obra, así como reflexiones, intuiciones y dudas surgidas durante el proceso de producción.
Asimismo, hicieron un recorrido por las distintas etapas de la vida de Lacunza, en el que destacaron el valor, la decisión y la tenacidad de la abogada, nacida en 1900, quién durante toda su carrera se tuvo que enfrentar de manera continua a los prejuicios de una época en la que las mujeres rara vez accedían a la educación universitaria; y en la que, por supuesto, era extremadamente poco frecuente que una mujer ejerciera el Derecho.
En este sentido cabe destacar que Lacunza fue la única alumna oficial de su clase en los cinco cursos de la carrera que estudió primero en Zaragoza y luego en Madrid. Sin embargo, esto no fue nuevo para ella, ya que había vivido esta misma situación en el instituto de Pamplona, donde también fue la única mujer que en aquella época realizaba estudios de bachiller.
Tras su colegiación en Pamplona y San Sebastián en 1927, la abogada trabajó en su propio bufete en ambas capitales hasta 1931, periodo en el que llevó varias causas como abogada defensora en ambas Audiencias. De este modo, su nombre se recordará junto al de mujeres como Ascensión Chirivella, Victoria Kent, Clara Campoamor, Matilde Huici, Concha Peña, las primeras abogadas de la historia.