miércoles, 3 de enero de 2018

El concurso de microrrelatos de Abogacía Española recibe casi 8.000 narraciones en 2017

Cerca de 8.000 narraciones se han presentado a lo largo de 2017 al Concurso de Microrrelatos de Abogados, que de nuevo ha batido en esta edición todos los récords de participación. El relato ganador de este año ha sido “Marcelino”, de la abogada Ana María Gamboa, que resultó ganador en el mes de junio y posteriormente fue considerado por el jurado como el mejor del año en la votación final, en la que se impuso a los relatos “Sobrevivir” de Isabel Rodríguez, de Ourense, y “Cuando Elena cerró los ojos” de Carlos Llopis Sabater, de Castellterçol (Barcelona).

A la hora del fallo, el jurado consideró un acierto que el relato de Gamboa adoptara como tema la inteligencia artificial, por su relevancia y actualidad. Y valoró asimismo la habilidad de la autora para incluir con naturalidad las palabras obligatorias del mes de junio: linde, honorarios, arena, licencia  e investigar.

Los encargados de valorar los trabajos fueron Victoria Ortega, presidenta del Consejo General de la Abogacía Española; Enrique Sanz, presidente de la Mutualidad de la Abogacía; Antonio Garrigues, presidente honorífico de Garrigues; Fernando Grande-Marlaska, vocal del Consejo General del Poder Judicial; José María Pérez “Peridis”, escritor y humorista; Joaquín García-Romanillos, vocal de la Mutualidad de la Abogacía; Cristina Llop, vicesecretaria de Comunicación y Marketing del Consejo General de la Abogacía Española; Luisa Jaén, jefa de Prensa de la Mutualidad de la Abogacía; y Francisco Muro, director de Comunicación y Marketing del Consejo General de la Abogacía Española.

Los relatos seleccionados y ganadores de las ocho ediciones que lleva celebradas el concurso están disponibles en el microsite www.microrrelatosabogados.com. En este mismo sitio web es posible consultar las bases para participar en el certamen y acceder al formulario a través del cual las persona participantes pueden enviar su relato junto a sus datos personales.

“MARCELINO”

Aprovechando el cobro de unos honorarios atrasados me fui a descansar a una playa de arena blanca y aguas turquesas. Por desgracia regresé urgentemente. En mi ausencia Marcelino se había vuelto loco. Era un colaborador imprescindible en mi despacho. Redactaba escritos, demandas, y todo tipo de recursos. Gestionaba el correo, las carpetas de los clientes, y me avisaba con su voz acerada de cualquier notificación. Experto en investigar los asuntos de más enjundia, encontraba al instante la documentación judicial más novedosa. Tras mi partida y bajo una frenética hiperactividad, Marcelino había preparado escritos absurdos y demandas inexistentes que enviaba con mi firma digital a procuradores elegidos al azar, además de licencias estrambóticas y un sinfín de despropósitos. Quizás fue mi culpa, me serví de su eficiencia y no supe poner el linde necesario en nuestro trabajo compartido. A mi pesar tuve que desconectarlo. Era un robot jurídico muy especial.

 

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