sábado, 20 de mayo de 2017

El vicedecano anima a los nuevos colegiados a defender causas justas

El Colegio de Abogados de Pamplona acogió el pasado viernes la ceremonia de ingreso de nuevos colegiados, acto con el que se conmemoraba la festividad del patrón de los abogados, San Ivo. En su discurso de bienvenida, el vicedecano Fernando Azagra les animó a aprovechar la ocasión que su profesión les ofrece de defender causas justas.

Foto de familia de los nuevos colegiados junto a los padrinos y la Junta de Gobierno del Colegio.
Los 16 abogados que acompañados por sus padrinos prestaron juramento o promesa de ejercer la profesión de abogado conforme a los preceptos legales y éticos son Irene Almendros Muñoz, Nerea Arregui de Carlos, Borja Ayúcar Petri, Isabel Cañas Palacios, Alfredo Ciordia Zabalza, Fermín Errea Rodriguez, Lola Eslava Serrano, Alberto Gabari Gámez, Vanesa León Arguedas, Rafael Martínez Moreno, Alejandro Mayayo Martínez, Lorena Ongay Cordón, Blanca Maria Sardina Rovira, Alejandro Subirán Sarasa, María Ángeles Valdemoros Erro e Iñaki Xabier Zubiri Jiménez. Al acto asistió la Junta de Gobierno colegial.

Fernando Azagra transmitió a los nuevos colegiados el saludo y la enhorabuena de la decana, que se encontraba en la reunión del Consejo General de la Abogacía Española que se celebraba en Barcelona, y les recordó que ingresaban en una institución cuyos integrantes, según el memorial redactado por los 19 letrados que decidieron fundar, en 1757, el M.I. Colegio de Abogados de Pamplona, tenían encomendadas “las haciendas, las vidas y las honras de los individuos”, y que habían resuelto crear el Colegio para “mejor defender las causas, el socorro de los pobres, huérfanos y viudas, y evitar los abusos”, entre otras cosas.

Algunos de los recién colegiados, durante la ceremonia.
Para pertenecer a aquél Colegio había que demostrar limpieza de sangre, explicó el vicedecano, es decir, “sin mezcla de moros, judíos ni penitenciarios”. Esa exigencia se incorporó a los estatutos de fundación del Colegio, cuya creación se demoró hasta el 12 de septiembre de 1818 a causa de las disputas políticas entre Madrid y la Diputación navarra que provocó su fundación. Para ingresar, los aspirantes debían aportar su fe de bautismo, las de sus padres y de sus cuatro abuelos y presentar 16 testigos, unas exigencias que ahora nos parecen “disparatados e inhumanos, y desde luego no las conservamos, e imagino que dentro de 200 años habrá quien también vea en nuestros usos actuales alguna cosa horripilante e igualmente inhumana, quizás la costumbre de lanzar estos discursos sea mal vista por los de mañana”.

Momento para agradecer apoyos
“En lo que sí habrá un acuerdo en que hoy como ayer ingresamos en la abogacía gracias al apoyo de nuestros familiares y de nuestros amigos”, añadió Fernando Azagra, quien dirigiéndose a los nuevos colegiados indicó que “hoy es el día adecuado para agradecérselo”. Les dijo que están llamados a suceder a los letrados de más edad, “y este relevo de generaciones es la esencia del Colegio”, porque el Código Deontológico les anima a recabar “consejo y ayuda de los abogados más expertos, como es obligación de ellos daros su orientación”. Esa comunicación se produce, por ejemplo, a través de las sesiones formativas, apuntó el vicedecano, a las que invitó a acudir a los recién ingresados.

Finalmente, les insistió en que se inician en una profesión “que os da la oportunidad, hoy como ayer, de socorrer a las viudas, a los huérfanos, de atender a los más desamparados, aprovechad la ocasión que tenéis de defender causas justas porque ahí es donde vais a disfrutar de verdad esta profesión, pero también proteged y dedicaos a vuestros clientes. Si lo hacéis poniendo el corazón siempre será una labor satisfactoria”.


Posteriormente quienes habían confirmado su inscripción se trasladaron hasta las bodegas de Cerveza la Vasconia, en Dicastillo, empresa dedicada a la elaboración de cerveza artesana con ingredientes exclusivamente naturales en todo el proceso, donde se visitaron las instalaciones y participaron en una cata. A continuación un autobús les trasladó hacia el restaurante “La Solana”, en Muniáin de la Solana, donde, tras disfrutar de la comida se disputaron los tradicionales campeonatos de mus y parchís.

 

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