lunes, 3 de octubre de 2016

Alfredo Irujo afirma que quien no participa en la vida colegial “se pierde lo mejor de la Abogacía”

El anterior decano del M.I. Colegio de Abogados de Pamplona, Alfredo Irujo, inauguró recientemente el Máster de Acceso a la Abogacía que imparte la Universidad Pública de Navarra pronunciando una lección magistral en la que animó a los futuros letrados a participar activamente en la vida colegial e institucional, porque de lo contrario no sería posible prestar servicios a los ciudadanos y a los propios compañeros y porque la abogacía institucional es “eminentemente solidaria”.

Alfredo Irujo durante su intervención en la UPNA.
El máster es el resultado de la estrecha colaboración entre la Facultad de Ciencias Jurídicas de la UPNA, que desde hace más de veinte años imparte formación jurídica a futuros abogados y el MICAP. En el acto inaugural estuvieron presentes José Francisco Alenza, decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y director académico del Master de Acceso a la Abogacía, y Rafael Lara, catedrático de Derecho Mercantil y responsable de calidad del máster.

Fue la decana del Colegio, Blanca Ramos, la que presentó a Alfredo Irujo, quien comenzó su intervención distinguiendo entre los abogados que se implican en la vida colegial y en la abogacía institucional y los “que se dedican a lo suyo, a su trabajo individual y a nada más”. De éstos dijo que “se pierden lo mejor de la profesión: lo institucional y lo solidario de la abogacía”.

Irujo recordó que la pertenencia a un colegio de abogados es legalmente imprescindible para ejercer la profesión, y que la LOPJ incluye a los abogados entre las personas que cooperan con la Administración de justicia, “lo que nos permite señalar sin posibilidad de equivocación que sin abogacía no hay derecho de defensa, sin éste no hay justicia y sin justicia no hay estado de derecho”.

Añadió que los colegios de abogados son una administración pública a la que le son aplicables los principios de servicio con objetividad a los intereses generales y a los ciudadanos, el de sometimiento pleno a la Constitución, a la Ley y al Derecho, etc.

Tras advertir que no se trata de un gremio que actúa corporativamente, citó sus propias palabras en el discurso de despedida del CGAE en las que afirmaba que “la Abogacía es una institución independiente, sana, prestigiada e influyente, donde se realiza un trabajo ingente y desinteresado a favor de la profesión, de la Justicia, del Estado de Derecho y de los derechos y libertades de los ciudadanos, sin importar el lugar de procedencia de los que aquí nos sentamos y con absoluta independencia”, y aseguró que eso se consigue “con abogados y abogadas implicados en el asunto colegial o institucional”, porque de lo contrario no sería posible ofrecer los servicios a los colegiados y a los ciudadanos: “La colaboración de los compañeros es imprescindible”

Blanca Ramos junto a José Francisco Alenza y Rafael Lara.
Alfredo Irujo argumentó que la capacidad de influenciar en el legislador y en la sociedad depende del prestigio que adquiera la institución. “Ese prestigio se alcanza de diversas maneras: no siendo corporativista, prestando un auténtico servicio a la sociedad, cuidando la imagen pública, aportando soluciones a problemas relacionados con la Justicia, actuando en beneficio de los ciudadanos, etc. Si se pierde eso, se dejará de cumplir con uno de los fines principales de la abogacía, nos encerraremos en nosotros mismos, nos convertiremos en un gremio y se perderá capacidad de influencia y de presión”.

Profesión solidaria

Asimismo, defendió que la abogacía institucional “es eminentemente solidaria, con los compañeros y con la sociedad, no se pueden desligar de ese compromiso con la sociedad, por ejemplo, los turnos y servicios relacionados con la justicia gratuita, ni lo que desde cada colegio se hace a favor de los más desfavorecidos (turnos y servicios especializados no exigidos por la ley), o las labores que se realizan desde el colegio con relación a los fines que tiene encomendados”, y en este sentido se refirió a la Fundación Abogacía Española, de la que es patrono.

Explicó que se trata de una entidad sin ánimo de lucro cuyos fines son la defensa de los derechos humanos y la cooperación al desarrollo para lo que desarrolla proyectos, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, en los ámbitos de la defensa, la protección y la promoción de los derechos humanos. “La fuente de inspiración de toda la actividad de esta Fundación es la función social de una abogací­a libre, independiente y entendida como pieza esencial de la defensa de los derechos y el acceso a la justicia de todos los individuos, sin distinción de ninguna”, continuó Alfredo Irujo, quien añadió que “tiene como misión coadyuvar a promover cambios estructurales y legislativos que fortalezcan el Estado de Derecho y que permitan a la población más vulnerable la defensa de sus derechos e intereses legítimos”.

El trabajo que lleva a cabo la Fundación, según dijo el orador, se estructura a través de tres pilares: defensa, protección y promoción de los derechos humanos. “Defensa a través del apoyo directo a los abogados defensores de derechos humanos en situación de riesgo y su labor en procedimientos judiciales; protección, impulsando el desarrollo normativo e institucional que fortalece el amparo de los derechos y libertades fundamentales, y promoción a través de actos, conferencias, premios y comunicaciones públicas que sensibilicen a la población sobre el papel fundamental del respeto de los derechos humanos.

A continuación enumeró algunas de las actividades organizadas y realizadas por la Fundación, como el Congreso de Derechos Humanos de la Abogacía Española, que en 2014 abordó la prevención de los malos tratos y la tortura, en 2015, la detección y defensa de víctimas de trata y en 2016 va a estar dedicado a los refugiados; los Premios Derechos Humanos de la Abogacía Española; la asistencia legal a presos españoles en el extranjero, de forma muy destacada en Ecuador y Perú, y fortalecimiento de los derechos humanos en el ámbito penitenciario; promover el acceso a la justicia de colectivos vulnerables para el fomento de la cohesión social en América Latina a través del programa europeo Eurosocial Plus; el proyecto de observación de juicios contra activistas de derechos humanos saharauis, o el Aula de Derechos Humanos, una actividad que busca mejorar la asistencia letrada a las personas más desprotegidas para contribuir así a mejorar la defensa y protección de los derechos fundamentales de los colectivos sin recursos. 

Alfredo Irujo terminó su lección magistral con una cita de Angel Ossorio en El alma de la toga: “¿De verdad habrá alguien que crea, a estas alturas, que un abogado no tiene que hacer más que defender pleitos y cobrar minutas?”, y con un consejo para los futuros abogados: “¡No os perdáis lo mejor de la abogacía!”.


 

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