miércoles, 23 de marzo de 2016

El MICAP homenajea a Luis Antonio Iribarren por sus 50 años de ejercicio de la abogacía

El M.I. Colegio de Abogados de Pamplona ha homenajeado a Luis Antonio Iribarren por sus 50 años de ejercicio de la abogacía. En el transcurso del acto la decana del MICAP, Blanca Ramos, le hizo entrega de un cuadro con un pergamino en el que se hace mención de la fecha de su colegiación y del cumplimiento de sus bodas de oro profesionales, y también recibió una insignia del Colegio. El homenajeado estuvo acompañado de sus familiares, incluidos sus cuatro hijos abogados, y de varios miembros de la Junta del Gobierno del MICAP.

Luis Antonio Iribarren muestra el pergamino enmarcado que le fue entregado por la decana.
Con su habitual discreción, Luis Antonio Iribarren restaba importancia a sus méritos: “Este homenaje de mis compañeros del Colegio me ha emocionado, me ha hecho mucha ilusión, pero yo no tenía más mérito que el de cumplir años, llega a los 50 ejerciendo la profesión el que aguanta”.

No es el primer reconocimiento que recibe, porque en diciembre de 2009 fue distinguido con la Medalla al mérito en el servicio de la Abogacía del Consejo General de la Abogacía Española, y también en este caso minimiza las razones por las que se hizo acreedor del galardón: “La verdad es que no esperaba la medalla y aún no sé por qué me la dieron, pero el caso es que me la entregaron y fue otro acto muy emotivo para mí porque a mi padre también le fue concedida, creo que fue el primer abogado privado que fue condecorado con la Medalla al mérito de la Abogacía, por eso aún me hizo más ilusión y pienso que esa circunstancia pudo condicionar el que me la dieran a mí. Y mi padre también ejerció la profesión más de 50 años, por cierto”.

Luis Antonio Iribarren es licenciado en Derecho por la Universidad de Navarra desde 1964, se colegió el 29 de enero de 1966 y formó parte de la Junta de Gobierno del MICAP entre 1982 y 1987. Es profesor de las dos escuelas de Práctica Jurídica de Navarra, en las que imparte Derecho de Familia y Derecho Procesal Civil.

Gracias a su veteranía puede enjuiciar los cambios que ha experimentado el ejercicio de la abogacía desde que comenzó a trabajar hasta ahora: “Yo creo que la profesión en sí no ha variado, sí hay cosas que cambian con el tiempo, los procedimientos sobre todo, en Civil en primera instancia que se hizo todo oral y antes era por escrito… Y la relación de los abogados con la Justicia también, mucho, yo diría que a peor, pero eso ya es otra cuestión”.

Sí añora la relación que existía antes entre los abogados. “Éramos pocos y nos conocíamos todos mucho, había más compañerismo y más delicadeza en lo puramente procesal, había una relación personal que ahora no es posible por la masificación que existe. Prácticamente todos éramos muy amigos y no había entre nosotros los problemas que ahora se dan. Entonces –continúa Iribarren- teníamos muy en cuenta la deontología, el no coger un asunto sin la venia previa del compañero, cosas que ahora se han perdido bastante y que hacían que fuera más cómodo litigar”.

En cuanto a la relación con los clientes también observa cambios notables. “Antes se nos miraba con un respeto casi reverencial y ahora somos unos profesionales más, es una consecuencia de la evolución de una sociedad en la que ya no hay esas diferencias clasistas que existían hace unas décadas, y eso se refleja también en el trato entre abogado y defendido. Ojo, que eso también tiene sus aspectos positivos porque la libertad siempre es buena, el ejercicio de las libertades públicas que hoy disfrutamos y que desgraciadamente no teníamos también se observa en la relación del abogado y su cliente”.

“La abogacía ha perdido el prestigio que tenía”
“Lo que siento es que la abogacía ha perdido parte del prestigio que tenía”, lamenta el homenajeado, quien opina que “hoy la sociedad nos mira de una manera muy distinta, he dicho en repetidas ocasiones que nos quejamos de que la gente no nos entiende, de que actúa de una determinada manera con nosotros, y aunque por supuesto hay una responsabilidad por parte de quien así piensa, también nosotros somos responsables de que a lo mejor no hemos sabido transmitir la esencia de nuestra profesión, de ahí se puede derivar el desprestigio que tenemos y que es una de las cosas que a mí más me duele”.

El homenajeado pronunció unas palabras de agradecimiento.
Iribarren propone analizar lo que significa el término abogar, “es mediar ante otro y en nombre de otro para conseguir su bien ¡yo creo que eso es algo tan importante…! Pero la gente no se da cuenta, para algunos somos el que tiene que jorobar al contrario, es una pena”.

A nivel personal dice estar muy satisfecho “porque he hecho lo que deseaba hacer cuando terminé la carrera y de la manera que he querido, nadie me ha obligado a ir por otro lado. Siempre me ha gustado el Derecho Civil y el Mercantil, he ejercido la profesión en esos campos fundamentalmente, aunque también he trabajado en Contencioso, en Penal… He orientado mi vida profesional como he querido y en eso estoy satisfecho, han sido 50 años fructíferos de ejercicio de la profesión”.

Al ser preguntado por algún caso que le marcara especialmente recuerda “un asunto consecuencia de un contrato que hice, un asunto muy gordo que afectaba además a mucha gente y que tuvo en aquel momento una notable trascendencia social, jurídicamente fue muy duro, muy duro, lo perdí en primera instancia pero luego lo gané en apelación y en casación. Es uno de los casos que más esfuerzo me ha costado sacar adelante a pesar de que era de los que más convencido estaba de que tenía razón, y afortunadamente los jueces también me dieron la razón. Claro que en sentido contrario también hay muchos que han requerido esfuerzo, en los que estaba convencido de tener la razón y que al final el resultado no fue bueno… Hay que conformarse con el resultado, aunque los que ganamos nos dan mucha alegría y los que perdemos un gran disgusto”.


Otro motivo de satisfacción proviene del hecho de que cuatro de los hijos de Luis Antonio Iribarren son abogados y comparten despacho con su padre, “aunque uno ha sido contratado temporalmente como asesor de una entidad pública y le han exigido dedicación exclusiva. Siguen la tradición familiar, mi padre era abogado, mi hermano mayor que ya falleció también y dos de sus hijos, mis sobrinos, lo son… Formamos una especie de saga en la que yo soy el más viejo. Yo he hecho todo lo que he podido para que sean unos buenos profesionales, como mi padre lo hizo conmigo, fue mi maestro y un muy buen maestro. Yo no sé si lo he sido, pero estoy satisfecho de cómo trabajan mis hijos”.

 

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