Eduardo Sanz (Pamplona, 1975) lleva más de 15 años
compaginando el ejercicio de la abogacía con su otra pasión, el deporte, concretamente
el tenis, primero como jugador –ha sido campeón navarro absoluto en 17
ocasiones – y ahora como entrenador. Máster en Derecho Deportivo, intenta hacer
de esta especialidad su modo de vida, aunque por el momento la compagina
con casos de seguros, Derecho Civil y en
ocasiones, Penal.
¿Es el Derecho Deportivo
un campo de especialización lo suficientemente amplio como para dedicarse a él
de manera exclusiva?
No es fácil, porque es una rama muy específica. Hay
despachos muy grandes que absorben estos temas. A veces a los clubes les cuesta
que un abogado que no sea un monstruo empresarial les lleve asuntos, pero estoy
contento porque algunos han confiado en mí y siguen confiando en mí. En Pamplona es difícil, pero entre algunos contactos que tienes fuera, y alguna
cosa que te llega y a base de hacer cosas te van llegando otras cosas…
Desde que empecé a trabajar como abogado con
Boneta, Equiza y Testaut, que me dieron una entrada al mundo del derecho muy
bonita, con una visión muy interesante por su parte- y les estoy muy
agradecido, por lo bien que se portaron y la manera en que me encaminaron- he
tenido muchas experiencias, y estoy tratando de hacer que el Derecho Deportivo
sea mi medio de vida absoluto.
¿Qué tal le está
yendo?
Ahora estoy bastante centrado en tratar con clubes
deportivos y federaciones para ofrecer un tratamiento integral para muchas
materias en las que habitualmente tienen sus deficiencias. Ordenar las
contrataciones, organizar juntas, asambleas, situaciones de socios, asuntos
disciplinarios dentro del club, protección de datos… Son temas importantes
porque los clubes y federaciones hacen una labor magnífica y plausible, porque
con poco hacen muchísimo, y ahora se encuentran en una situación en la que
tiene que cumplir una legislación que en ocasiones tiene un nivel de exigencia
muy alto.
¿Qué tipo de asuntos trata de
manera más habitual?
Revisión de contratos, clubes sociales, suelen ser juntas
directivas, situaciones de equipos de
competición. Pueden ser despidos de deportistas o entrenadores, o situaciones
de impago de un equipo a jugadores, o de un club a un representantes. Consultas
de federaciones, consultas de clubes… Todo es interesante y todo es bonito.
¿Durante cuentos años
ha estado activo como deportista? ¿Cuáles han sido los logros más destacados de
su carrera?
Nunca he sido profesional del deporte, pero sí que le he
dedicado muchas horas. Empecé muy pronto, con mi padre, entrenando en el Club
de Tenis Pamplona. Gane 17 veces el campeonato navarro, otras tantas veces el
máster navarro, que es un torneo importante. He quedado subcampeón de España de
Veteranos dos veces, he sido finalista en campeonatos de España universitarios. También he jugado al fútbol, lo compaginé durante muchos
años, aunque di prioridad al tenis. La gente del fútbol se portó muy bien
conmigo, excelente, me trató muy bien. Solía jugar en el Valle de Egüés. Para mí es un honor haber estado en ese club.
Cuando empecé, no era precisamente el mejor de Navarra, y
esto es algo que siempre les digo a mis alumnos. Fui haciendo mi camino poco a
poco, trabajando mucho la técnica, cogiendo nivel, compitiendo muchísimo –no era importante
ganar o perder, lo importante era mejorar técnicamente- y de vez en cuando
ganaba algún torneo. A partir de los 16 ó 17 años empecé a dar un pequeño salto físico,
mental y técnico, con todo el bagaje que tenía atrás, y es cuando empezaron a
llegar los resultados. Me siento un privilegiado. He metido muchas horas, he
gastado mucho cuerpo, y he sido muy feliz. Me siento realizado con el tenis, me
gusta, tengo años, no estoy joven, pero todavía me atrevo a entrenar, gracias a
mis compañeros, que me dan la vida tenística, porque son gente joven, con
alegría, y eso es una gozada para el día a día. Es un grupo humano muy bonito.
Supongo que haber estado
tanto tiempo compitiendo le ayuda
a que otros deportistas le conozcan y acudan a usted con mayor confianza.
Eso espero. El deporte me ha abierto muchas puertas, de cara
a que la gente me pueda conocer como abogado experto en derecho deportivo.
Cuando estás en el mundo del deporte te relacionas con otros deportistas, con
federaciones, con organizadores de eventos. El derecho y el deporte, en cierto modo, son parecidos.
Tienes un contrario, tiene un árbitro –el juez- y a la puesta en escena sólo le
falta la red en medio. Un abogado con unos argumentos, tú con los tuyos, y un
juez que va a determinar si la bola es buena o mala, o si tus argumentos son
buenos o malos. Es un símil.
En ese sentido, es
más parecido al tenis que al fútbol, porque el ejercicio de la abogacía es, por
naturaleza, individual.
Sí. Y también porque no hay contacto físico. La puesta en
escena, se parece más al tenis, desde luego. Y te sigues poniendo nervioso en
los juicios, igual que en los partidos. Aunque es bueno tener un poco de
tensión. Cuando estás en el juzgado, efectivamente, estás solo. Ahí tienes tu
entrenamiento, que es tu trabajo, y es un símil que me gusta, aunque no
significa que porque seas bueno en la pista vayas a ser mejor abogado.
En cualquier caso, creo que lo que aprendes en el tenis
luego te ayuda como abogado. Por un lado, por la disciplina que requiere. Por
otro lado, porque te abre otros horizontes,
te ayuda a pensar, a tomar decisiones muy rápido.
Si hay un penalti en un equipo de 11 tenistas, lo quieren
tirar los 11. En cambio, en un equipo de fútbol, la gente sabe quién tiene que
tirarlo. Y es porque en el tenis no paras de tomar decisiones. En el fútbol,
también, pero son muchas menos. El tenis es muy intuitivo y muy bueno, porque
te obliga a tomar muchas decisiones. Luego ya veremos si son buenas o malas,
pero vas aprendiendo a decidir. Es vital
aprender a tomar decisiones, aunque te equivoques. Cuando te equivocas,
analizas las causas. Y cuando aciertas, también debes saber por qué. Y cuando las
cosas te salen mal, aunque te cabreas, sabes –porque has estado tantas veces en
la derrota- que si sigues trabajando, habrá una victoria.
El deporte es adaptación. Hace poro estuve en un congreso de
tenis en el que el título de una de las ponencias era “Adáptate”. ¿Que hace
viento? Te adaptas. ¿Que llueve? Te
adaptas. Y en el derecho, pasa lo mismo. Las cosas no son cuadriculadas.
Siempre hay circunstancias que pueden modificar la responsabilidad. No todos
los contratos son iguales. Hay que adaptarse a todo. Estar quejándose no vale
para nada.
¿Su dedicación al
deporte ha retrasado el inicio de su carrera como abogado?
Sí, al compaginar ambas actividades, he tenido menos prisa. Mi
despacho no ha ido a la velocidad al que han ido otros, pero lo he asumido, me
he intentado enfocar en el derecho deportivo. Y también en materia de seguros,
Civil y algunos casos Penal, me atrevo. Es una apuesta personal. Me gusta mucho
el tenis, me gusta mucho el deporte y me gusta mucho el Derecho. Cuando mezclo
el derecho y el deporte se disfruta muchísimo y se trabaja con mucho gusto. Igual
que los temas relacionados con seguros, que es algo que he vivido en mi casa
por mi padre, mi madre y mi hermana y estoy encantado, me gusta mucho. Me
siento afortunado.