viernes, 6 de noviembre de 2015

“La trata de seres humanos es la esclavitud del siglo XXI”



La abogada madrileña Ana Magarzo dedica buena parte de su esfuerzo profesional a sensibilizar a los miembros de los distintos colegios de abogados de toda España sobre la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, a través del Aula de Derechos Humanos de la Fundación Abogacía. Este programa, puesto en marcha en 2014, tiene como objetivo mejorar la formación de los profesionales de la abogacía en relación a los aspectos legales y de atención de los  colectivos vulnerables. Según explicó ayer en la presentación que realizó en el MICAP, durante su participación en el XV Curso de Especialización Jurídica contra la  Violencia de Género, alrededor de 14.000 personas sufrieron este delito en 2014, de las que el 98%  eran mujeres y niñas.

La trata de seres humanos es un tema que empieza a ser más visible en los últimos años. ¿Tiene relación con una mayor sensibilización sobre la violencia contra las mujeres?
La trata es una forma de violencia contra las mujeres. De hecho, el 98% de las víctimas son mujeres y niñas. Y el mismo porcentaje son consumidores, que son varones. Por lo tanto, estamos hablando de varones que consumen cuerpos de mujeres y niñas. De ahí que sea un tema con perspectiva de género. En ocasiones me han dicho que mi ponencia no es nada esperanzadora. Efectivamente, no lo es, porque describe la realidad tal y como es. La situación es tan crítica que debemos movilizar a un sector clave como es la abogacía. Delante de nosotros, en el Turno de Oficio, podemos estar ante una víctima de trata y no saberlo porque no conocemos el delito.

¿Cuáles son los puntos clave de la presentación que va a realizar en el XV Curso  de Especialización Jurídica contra la Violencia de Género?
Mi ponencia trata de responder a algunas dudas habituales respecto a la trata. ¿Qué es la trata de seres humanos con fines de explotación sexual? ¿En qué consiste? ¿Dónde está tipificado el delito de Trata? ¿Cuáles son las formas de operar de las redes de trata de distintas nacionalidades que operan en España? No es lo mismo una red de trata de mujeres nigerianas que una red de trata de mujeres rumanas. El modus operandi no tiene nada que ver. También vamos a hablar de por qué es tan difícil perseguir el delito, por qué es tan difícil que la víctima presente una denuncia y por qué es tan difícil que haya una sentencia condenatoria. Y por último, los retos que tenemos por delante o lo que quedaría por hacer.

¿Por qué es tan complicado perseguir este delito?
En primer lugar, aunque tengamos un Código Penal implacable en la lucha contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, detrás del delito está la prostitución. La trata nutre el mercado de la prostitución. Está claro, es un hecho objetivo. Si no existiera la prostitución, no habría trata. Y la sociedad está polarizada y está desinformada. Hay veces que, independientemente de las posiciones que se tengan, el debate de la prostitución hace prácticamente invisible, a corto plazo, el delito de Trata. Aunque haya dos posiciones mayoritarias respecto a cómo el problema de la prostitución, abolicionista y regulacionista, las dos están de acuerdo en que hay que perseguir el delito de trata. Lo que pasa es que, ese bloqueo que hay entre ambas posturas, impide que haya una persecución eficaz o que vayamos, el movimiento feminista y la sociedad en general, hacia el mismo destino.

En segundo lugar, es complicado porque la prostitución es el segundo negocio más lucrativo del mundo después del tráfico de drogas. Hace poco desbancó al tráfico de armas. El Ministerio del Interior dijo hace unos meses que en España llega a mover cinco millones de euros al día. Tener a una mujer todos los días de la semana, todas las semanas del mes, todos los meses del año, ganando entre 200 y 300 € al día, genera una cantidad ingente de dinero.

Y por último, y no menos importante, creo personalmente que en la base de todo, está la falta de voluntad política. Las instituciones todavía no han decidido ponerse seriamente a perseguir este delito. Creo que las organizaciones especializadas, como médicos del mundo u otras, que trabajan con las víctimas, están recibiendo subvenciones públicas miserables. Las entidades especializadas son la fuente de detección de víctimas. Digamos que donde hay mujeres es posible que haya entidades especializadas que les proporcionen asistencia. Y es un espacio que hoy en día cubren las ONGs, que reciben subvenciones locales, municipales y  nacionales, para la lucha contra la trata, para su detección y para la asistencia a las víctimas.  Yo, por ejemplo,  he estado durante cuatro años en una organización que se llama Comisión para la investigación de malos tratos a mujeres. Y lo que hacía era recorrer, en una unidad móvil, una caravana, los polígonos y las zonas en las que hubiera prostitución callejera. Si estas entidades no cuentan con recursos, es casi imposible perseguir el delito. 


¿Cuántas mujeres hay en España afectadas por esta situación?
El problema es que no hay un registro donde podamos saber el número exacto. El CITCO, que es un organismo del Ministerio del Interior, ha declarado en el último informe, referente al año 2014, que estaban en situación de riesgo alrededor de 14.000 víctimas en toda España. Víctimas de trata de seres humanos con fines de explotación sexual.

¿Existe la trata de seres humanos con un fin distinto a la explotación sexual?
Sí, aunque más del 96% es para explotación sexual. Pero también hay un pequeño porcentaje en el que el fin es la explotación laboral, la mendicidad, las actividades delictivas, y el tráfico de órganos, aunque en España no hemos tenido todavía ningún caso de tráfico de órganos. Recientemente, en la reforma del Código Penal, se ha introducido la finalidad del matrimonio forzado.

¿Cuál es la tendencia respecto a años anteriores?
El delito se reguló como tal en  2010. Creo que, desde entonces,  se está mejorando. Se ha intentado transponer directivas comunitarias. Desde la UE se han llevado a cabo muchos estudios… El problema es que las normas no son efectivas si no podemos detectar a las víctimas. En 2014, de las 14.000 víctimas detectadas en situación de riesgo –y es cierto que hay que tener en cuenta  que los procedimiento no duran un año-, 153 han sido identificadas y ha habido 20 sentencias condenatorias.

¿Por qué es tan bajo el número de condenas?
Es importante entender que, si la víctima no denuncia, no hay delito. Pero, ¿Cómo le digo a una mujer que tiene a su familia amenazada, que denuncie aquí a una mafia criminal? Si no puedo ofrecer protección a la víctima, y ella decide no denunciar, ahí no hay persecución penal. Si la víctima denuncia, ¿Qué protección puedo ofrecerle? Porque tener protección policial las 24 horas tiene un coste económico muy alto. Así, es complicado.  No siempre hay detrás redes y grandes organizaciones criminales. También se da el caso de tipos que enamoran a una chica para traerla a España y vivir de ella, sin tener el apoyo de una organización criminal. Pero en determinadas nacionalidades, como la rumana por ejemplo, son organizaciones criminales que también se dedican al tráfico de drogas y al blanqueo de capitales. 


¿Cuáles son las medidas más urgentes desde el punto de vista legal?
Penalizar el proxenetismo. Criminalizar  a quien se lucra de la prostitución ajena. La reforma del Código Penal establece unas condiciones muy determinadas. No está penalizado el proxenetismo en todas sus modalidades. El lucro con la prostitución ajena debería estar perseguido, porque no se puede deslindar de la trata. Es imposible.

¿No existe otra solución? ¿Por ejemplo, por medio de la regulación?
Ahí entramos en el debate de si la regulación de la prostitución acabaría con la trata. Hay informes que dicen que en Holanda la trata sigue en los mismos términos que antes de la regulación. El movimiento abolicionista, en el cual me incluyo, considera que la prostitución es una manera de violencia de género, en la que mediante el pago, un hombre puede acceder al cuerpo de una mujer, considerándolo como un objeto. Desde este punto de vista, no podemos justificar la normalización, mediante una ley, de algo que es un tipo de violencia.

Si las prostitutas tuvieran derechos laborales, ¿Estarían mejor? Tal vez. Pero la prostitución no puedo considerarla un trabajo. A mí jamás se me ocurriría, por ejemplo,  planteárselo a mi hija como una opción. ¿El problema está en que solo soy persona si tengo derechos laborales? ¿Sólo accedo a la ciudadanía si estoy insertado en el mercado laboral? Eso es otro debate. Está claro que estamos hablando de un delito que vulnera los derechos humanos. La trata de seres humanos es la esclavitud del siglo XXI. Mujeres en su mayor parte extranjeras, comunitarias o extracomunitarias, que están siendo esclavizadas sexualmente.

 

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