La abogada madrileña Ana Magarzo dedica
buena parte de su esfuerzo profesional a sensibilizar a los miembros de los distintos colegios
de abogados de toda España sobre la trata de seres humanos con fines de
explotación sexual, a través del Aula
de Derechos Humanos de la Fundación Abogacía. Este programa, puesto en
marcha en 2014, tiene como objetivo mejorar la formación de los profesionales de
la abogacía en relación a los aspectos legales y de atención de los colectivos vulnerables. Según explicó ayer en
la presentación que realizó en el MICAP, durante su participación en el XV
Curso de Especialización Jurídica contra la Violencia de Género, alrededor de 14.000
personas sufrieron este delito en 2014, de las que el 98% eran mujeres y niñas.
La
trata de seres humanos es un tema que empieza a ser más visible en los últimos años.
¿Tiene relación con una mayor sensibilización sobre la violencia contra las
mujeres?
La trata es una forma de violencia contra
las mujeres. De hecho, el 98% de las víctimas son mujeres y niñas. Y el mismo
porcentaje son consumidores, que son varones. Por lo tanto, estamos hablando de
varones que consumen cuerpos de mujeres y niñas. De ahí que sea un tema con
perspectiva de género. En ocasiones me han dicho que mi ponencia
no es nada esperanzadora. Efectivamente, no lo es, porque describe la realidad
tal y como es. La situación es tan crítica que debemos movilizar a un sector
clave como es la abogacía. Delante de nosotros, en el Turno de Oficio, podemos
estar ante una víctima de trata y no saberlo porque no conocemos el delito.
¿Cuáles
son los puntos clave de la presentación que va a realizar en el XV Curso de Especialización Jurídica contra la
Violencia de Género?
Mi ponencia trata de responder a algunas
dudas habituales respecto a la trata. ¿Qué es la trata de seres humanos con
fines de explotación sexual? ¿En qué consiste? ¿Dónde está tipificado el delito
de Trata? ¿Cuáles son las formas de operar de las redes de trata de distintas nacionalidades
que operan en España? No es lo mismo una red de trata de mujeres nigerianas que
una red de trata de mujeres rumanas. El modus operandi no tiene nada que ver.
También vamos a hablar de por qué es tan difícil perseguir el delito, por qué
es tan difícil que la víctima presente una denuncia y por qué es tan difícil
que haya una sentencia condenatoria. Y por último, los retos que tenemos por
delante o lo que quedaría por hacer.
¿Por
qué es tan complicado perseguir este delito?
En primer lugar, aunque tengamos un
Código Penal implacable en la lucha contra la trata de seres humanos con fines
de explotación sexual, detrás del delito está la prostitución. La trata nutre
el mercado de la prostitución. Está claro, es un hecho objetivo. Si no
existiera la prostitución, no habría trata. Y la sociedad está polarizada y
está desinformada. Hay veces que, independientemente de las posiciones que se
tengan, el debate de la prostitución hace prácticamente invisible, a corto plazo,
el delito de Trata. Aunque haya dos posiciones mayoritarias respecto a cómo el
problema de la prostitución, abolicionista y regulacionista, las dos están de
acuerdo en que hay que perseguir el delito de trata. Lo que pasa es que, ese
bloqueo que hay entre ambas posturas, impide que haya una persecución eficaz o
que vayamos, el movimiento feminista y la sociedad en general, hacia el mismo
destino.
En segundo lugar, es complicado porque la
prostitución es el segundo negocio más lucrativo del mundo después del tráfico
de drogas. Hace poco desbancó al tráfico de armas. El Ministerio del Interior
dijo hace unos meses que en España llega a mover cinco millones de euros al
día. Tener a una mujer todos los días de la semana, todas las semanas del mes,
todos los meses del año, ganando entre 200 y 300 € al día, genera una cantidad
ingente de dinero.
Y por último, y no menos importante, creo
personalmente que en la base de todo, está la falta de voluntad política. Las
instituciones todavía no han decidido ponerse seriamente a perseguir este
delito. Creo que las organizaciones especializadas, como médicos del mundo u
otras, que trabajan con las víctimas, están recibiendo subvenciones públicas
miserables. Las entidades especializadas son la fuente de detección de
víctimas. Digamos que donde hay mujeres es posible que haya entidades
especializadas que les proporcionen asistencia. Y es un espacio que hoy en día
cubren las ONGs, que reciben subvenciones locales, municipales y nacionales, para la lucha contra la trata, para
su detección y para la asistencia a las víctimas. Yo, por ejemplo, he estado durante cuatro años en una
organización que se llama Comisión para la investigación de malos tratos a
mujeres. Y lo que hacía era recorrer, en una unidad móvil, una caravana, los
polígonos y las zonas en las que hubiera prostitución callejera. Si estas
entidades no cuentan con recursos, es casi imposible perseguir el delito.
¿Cuántas
mujeres hay en España afectadas por esta situación?
El problema es que no hay un registro
donde podamos saber el número exacto. El CITCO, que es un organismo del
Ministerio del Interior, ha declarado en el último informe, referente al año
2014, que estaban en situación de riesgo alrededor de 14.000 víctimas en toda
España. Víctimas de trata de seres humanos con fines de explotación sexual.
¿Existe
la trata de seres humanos con un fin distinto a la explotación sexual?
Sí, aunque más del 96% es para
explotación sexual. Pero también hay un pequeño porcentaje en el que el fin es
la explotación laboral, la mendicidad, las actividades delictivas, y el tráfico
de órganos, aunque en España no hemos tenido todavía ningún caso de tráfico de
órganos. Recientemente, en la reforma del Código Penal, se ha introducido la
finalidad del matrimonio forzado.
¿Cuál
es la tendencia respecto a años anteriores?
El delito se reguló como tal en 2010. Creo que, desde entonces, se está mejorando. Se ha intentado transponer
directivas comunitarias. Desde la UE se han llevado a cabo muchos estudios… El
problema es que las normas no son efectivas si no podemos detectar a las
víctimas. En 2014, de las 14.000 víctimas detectadas en situación de riesgo –y
es cierto que hay que tener en cuenta
que los procedimiento no duran un año-, 153 han sido identificadas y ha
habido 20 sentencias condenatorias.
¿Por
qué es tan bajo el número de condenas?
Es importante entender que, si la víctima
no denuncia, no hay delito. Pero, ¿Cómo le digo a una mujer que tiene a su
familia amenazada, que denuncie aquí a una mafia criminal? Si no puedo ofrecer
protección a la víctima, y ella decide no denunciar, ahí no hay persecución
penal. Si la víctima denuncia, ¿Qué protección puedo ofrecerle? Porque tener
protección policial las 24 horas tiene un coste económico muy alto. Así, es
complicado. No siempre hay detrás redes
y grandes organizaciones criminales. También se da el caso de tipos que
enamoran a una chica para traerla a España y vivir de ella, sin tener el apoyo
de una organización criminal. Pero en determinadas nacionalidades, como la
rumana por ejemplo, son organizaciones criminales que también se dedican al
tráfico de drogas y al blanqueo de capitales.
¿Cuáles
son las medidas más urgentes desde el punto de vista legal?
Penalizar el proxenetismo.
Criminalizar a quien se lucra de la
prostitución ajena. La reforma del Código Penal establece unas condiciones muy
determinadas. No está penalizado el proxenetismo en todas sus modalidades. El
lucro con la prostitución ajena debería estar perseguido, porque no se puede
deslindar de la trata. Es imposible.
¿No
existe otra solución? ¿Por ejemplo, por medio de la regulación?
Ahí entramos en el debate de si la
regulación de la prostitución acabaría con la trata. Hay informes que dicen que
en Holanda la trata sigue en los mismos términos que antes de la regulación. El
movimiento abolicionista, en el cual me incluyo, considera que la prostitución
es una manera de violencia de género, en la que mediante el pago, un hombre
puede acceder al cuerpo de una mujer, considerándolo como un objeto. Desde este
punto de vista, no podemos justificar la normalización, mediante una ley, de
algo que es un tipo de violencia.
Si las prostitutas tuvieran derechos
laborales, ¿Estarían mejor? Tal vez. Pero la prostitución no puedo considerarla
un trabajo. A mí jamás se me ocurriría, por ejemplo, planteárselo a mi hija como una opción. ¿El
problema está en que solo soy persona si tengo derechos laborales? ¿Sólo accedo
a la ciudadanía si estoy insertado en el mercado laboral? Eso es otro debate. Está
claro que estamos hablando de un delito que vulnera los derechos humanos. La
trata de seres humanos es la esclavitud del siglo XXI. Mujeres en su mayor
parte extranjeras, comunitarias o extracomunitarias, que están siendo
esclavizadas sexualmente.