lunes, 13 de julio de 2015

“Recomiendo a mis colegas que disfruten con una afición como yo lo hago con la guitarra”

Francisco Miguel Ayala.
Francisco Miguel Ayala Maya confiesa que es feliz tocando la guitarra y que disfruta tanto en los ensayos como en los conciertos de la rondalla Armonía El Vergel, de la que forma parte, lo que no impide que vea difícil el futuro de este tipo de grupos musicales por una falta de apoyo que impide el relevo generacional. Tiene 61 años y dos hijos, uno de ellos abogado aunque no ejerce, se divorció y tiene una nueva pareja. Se colegió hace 33, está especializado en Derecho Civil y Penal y ha trabajado siempre en un bufete, propio o con otros socios.

Hay bastantes abogados que tienen como principal afición la música. ¿A qué cree que puede deberse?
Pues no lo sé… Quizás tenga algo que ver el que existiera una tuna en la facultad de Derecho, eso pudo hacer que futuros abogados se aficionasen entonces.

¿Es su caso?
No, a mí me ha gustado la música desde siempre, desde que estudiaba bachillerato, y no es que tuviera antecedentes familiares, fue algo espontáneo. A partir de los 14 años empecé a estudiar solfeo, y poco a poco fui aprendiendo a tocar la guitarra porque me gustaba, no porque pensara dedicarme profesionalmente a la música y tampoco tenía previsto formar parte de un grupo. Luego tuve la oportunidad de tocar con los del Hogar Extremeño de Pamplona y hace unos 5 años entré en la rondalla Armonía El Vergel, que es como se llama, porque tenía relación con Ángel Inda, que era el gestor de la rondalla y me invitó a formar parte, afortunadamente para mí, felizmente, y lo digo con mucha sinceridad, por la música y por las personas.

Hay buen ambiente, vamos.
Sí, muy bueno, yo en la rondalla soy muy feliz, muy feliz en los ensayos y actuando, me he encontrado con unas personas maravillosas y sólo puedo hablar bien de todo el mundo. Puedes disfrutar con la música porque te guste la música, pero es que ahí además hemos tenido la suerte de coincidir con una serie de personas que son muy entrañables, de una gran calidad humana. He estado a gusto también en otros sitios pero aquí más, y eso es gracias a las personas, claro.

Y musicalmente, ¿tiene un buen nivel la rondalla?
Yo creo que será de las mejores que hay por aquí, todos los que estamos en la rondalla sabemos solfeo, todos tocamos con partitura. La mayoría han sido músicos profesionales, han tocado con las orquestas más importantes que había por aquí. Yo estudié guitarra con un profesor particular, no he ido a un conservatorio, bueno, estuve cuatro o cinco años en la Escuela de Música de Huarte, pero para entonces ya sabía solfeo. Y luego, poco a poco, a base de estudiar mucho en casa y de aprovechar el tiempo, de recibir ayudas como la de Pedro Mari, que toca la guitarra como yo, pues he ido aprendiendo y me defiendo.

Pedro María Indaberea con Ayala.
Pedro Mari es Pedro María Indaberea, presidente y administrativo de la rondalla, con una hija abogada. Acompaña a Francisco Miguel Ayala durante la entrevista y pide la palabra cuando le pregunto por la situación del grupo: "Voy a ponerme un poco reivindicativo –advierte-. Cada vez que viene a tocar una rondalla de fuera, de otra comunidad, pasamos envidia sana del apoyo institucional que tienen, mientras que en Navarra, desgraciadamente, yo creo que van a desaparecer, porque la rondalla hace música de plectro, con instrumentos de púa y guitarras, de cuerda, y no hay enseñanza pública ni de bandurria ni de laúd. Creo que el Ayuntamiento de Lodosa tiene contratada una profesora de bandurria, aquí absolutamente nada de púa, y lo malo es que se ha metido el acordeón como sustituto de la cuerda, el acordeón está muy bien para fiestas al aire libre, pero no para sustituir a las cuerdas. El tema es que sales de Navarra y es increíble. En las rondallas conviven tres generaciones, hay críos de 6 o 7 años que estudian el instrumento en escuelas que dependen de los ayuntamientos, las propias rondallas son municipales, y aunque a esas edades aún no lo dominan se van familiarizando con el grupo, con tocar en un escenario…"

Si no se incorporan jóvenes está claro que el futuro no es muy optimista.
Vuelve a responder Francisco Miguel Ayala: Es que hasta hace poco yo era el bebé de la rondalla ¡y tengo 61 años! Ahora ha venido uno que toca la bandurria más joven, que es muy bueno. La media de edad está por los 73… Otro que toca la bandurria acaba de cumplir 81 años, y hay otros dos también con 81. Nos hemos quedado sin violines, teníamos tres pero han fallecido, uno de ellos el día de San Fermín con 91 años.  
Pero hay bastantes rondallas en activo, ¿no?
Bueno, hay… pero la mayoría son mixtas, porque tienen gente que canta, pero exclusivamente instrumentales pues… la nuestra. También nosotros tenemos cantantes, porque nuestro repertorio incluye jotas, piezas clásicas, zarzuela, pero la mayor parte es exclusivamente instrumental.
Entonces supongo que su grupo estará muy demandado.
La verdad es que se ha notado la crisis. Nuestras actuaciones eran, mayoritariamente, en clubes de jubilados o en los pueblos, nos llamaban desde los ayuntamientos, pero desde que empezó la crisis… y eso que unas veces cobramos y otras no. Nos han afectado los recortes, sí, porque cuando tienes que actuar fuera tienes que contratar un autobús, y normalmente tienes que pagar una comida, todo eso tiene que salir de algún bolsillo y ahora las administraciones públicas no tienen dinero para subvencionar y apoyar la cultura. Pero en los buenos tiempos la rondalla ha actuado en los escenarios más importantes de aquí, el Teatro Gayarre, Baluarte, el Gaztambide de Tudela, y a lo largo de los 32 años que tiene ya de historia ha tocado en ciudades como Santander, Zaragoza, Logroño, Valencia, Bayona, Calahorra, Tarragona… incluso en algún monasterio de clausura.

Deduzco que la rondalla les cuesta dinero.
En esta ocasión contestan ambos: Sí, claro. Es que los ingresos que tenemos son muy escasos. Lo único fijo son los 1.200 euros por tres o cuatro actuaciones en un convenio que tenemos con el Ayuntamiento de Pamplona, y luego cobramos algo… en San Fermín hemos actuado en el Nuevo Casino y nos dijeron que podían darnos un aperitivo o 200 euros, elegimos los 200 euros porque nos vendrán bien para reponer cuerdas y el mantenimiento de los instrumentos.


Antes me decía que ha tenido que dedicar bastante tiempo a estudiar guitarra y a practicar, a lo que hay que sumar los ensayos, actuaciones… ¿cómo se las arregla para compaginar su afición a la música con el ejercicio de la abogacía?
Es cuestión de organizarse, pero hay cosas a las que tienes que renunciar. Por ejemplo, la rondalla ensaya por la mañana, los lunes y los jueves, y tengo que faltar a muchos porque los horarios de los juzgados también son de mañana, tienes señalamientos, vistas… Cuando tengo un rato libre en casa lo que hago es aprovecharlo, y en vez de ver la televisión me dedico a estudiar una partitura, para mí no es ningún sacrificio, me gusta mucho la música y disfruto. Pero claro, lo primero es la profesión, no puedes dejar por eso una entrevista, un señalamiento, una reunión profesional o una vista oral, eso es ineludible.

¿Tocar la guitarra le ayuda a desconectar de una profesión tan intensa como la suya?
Es que yo disfruto con la guitarra, no es que me ponga a tocarla para desenchufar tras un día de trabajo, o para olvidarme por un rato de un caso complicado, yo estoy deseando tener un rato libre para coger la guitarra. ¿Qué si además me relajo? Pues no sé, porque cuando te pones a estudiar una partitura y te concentras en eso no estás precisamente relajado.

¿Pero recomendaría a sus colegas que practicasen alguna afición, sea la música, la pintura o la jardinería?
Sí, sin duda, es recomendable y no es porque nuestra profesión sea especialmente dura, o al menos no es más dura que cualquier otra. Me gusta mi trabajo y como en todos tienes días buenos y malos, cuando los jueces te dan un revés y tienes que explicárselo al cliente no lo pasas bien, claro, aunque más difícil lo tiene el que debe bajar todos los días a la mina. Pero saber que al acabar la jornada te espera estudiar una partitura de una pieza que luego vas a tocar con unos amigos y que al final salga bien es algo muy bonito.

Hablando de la profesión: usted, que ya puede considerarse uno de los veteranos, ¿observa cambios?

Ha cambiado mucho, la forma de trabajar, con los medios informáticos… y también la abogacía, se ha masificado. Yo me colegié siendo casi un chaval, y entonces la palabra de un abogado era como un documento legal, tenía el mismo valor o más, pero recientemente me he llevado alguna decepción en ese sentido. Igual es que como consecuencia de esa masificación los nuevos abogados lo tienen más difícil y tienen que hacer lo que sea para tratar de salir adelante, y unos tienen menos escrúpulos que otros. Antes no por ser un compañero tenía que ser tu amigo, pero te fiabas de él.

 

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