José Ignacio Ubago, nacido hace 65 años en
Arguedas, es un abogado que afirma ser más conocido por sus actuaciones
musicales que a través del ejercicio de la abogacía, a pesar de que hace 38
años que se colegió y de que luce en su currículum casos de gran relevancia.
También asegura que son más quienes le llaman por su apodo, Patena, que por su
nombre. Hablar con él es un placer, pero hacerle una entrevista resulta más
complicado, porque intercala constantemente recuerdos, anécdotas, vivencias…
Esto es, más o menos, lo que nos dijo.
-¿De dónde procede
su afición por la música?
-Me ha gustado siempre cantar. Cantaba jotas
hasta en el tractor cuando íbamos de Arguedas a cosechar, a la Bardena,
teníamos un peón muy simpático que nos las enseñaba cantando a mi primo y a mí. Después, ya en la universidad, me invitaron a
meterme en la tuna porque amigos que estudiaban Derecho vieron que la de
Medicina funcionaba, la pusieron en marcha y me dijeron: oye Patena -lo de
Patena me viene de la tuna, en el colegio de los Maristas me llamaban el
tibetano- ¿tú te apuntarías? Empecé en segundo de Derecho con la pandereta y de
ahí derive a la bandurria, y ya en la cuarentuna –la tuna de los cuarentones-
pasé al laúd, que es mi instrumento de ahora. Y de ahí ya un sinvivir, un sinparar: en el año 1974 estábamos cantando, después de diez días
en Nueva York, en Puerto Rico, un mes, más o menos; en el año 75 un mes y pico
en Miami también cantando, muy bien, una experiencia inolvidable; al año
siguiente por Europa, en Holanda, en Suecia, y en el año 78, el de los
Sanfermines aquéllos, marchamos a Francia, Bélgica, Holanda, Alemania. Mi
compañero de tuna, en ese viaje, fue el señor De Julián, acabamos en Mónaco, estuvimos con Grace
Kelly, en su palacio, invitados y todo
el jaleo… Nos marchamos el día 10 de julio de Pamplona, con 7.500 pesetas, de aquellas, en el bolsillo y
el día 31, en Gerona, en mi bolsillo, el mismo del día 10, había 31.000,
después de haber pasado un mes por toda Europa.
-Y todo eso sin
saber música.
-Sin saber, es verdad, tocando de oído. Lo que me falta es perfeccionar mis
conocimientos musicales, y eso es lo que estoy haciendo, además disfruto como
un enano. Voy todos los martes a clases de laúd, con una profesora de “plectro”, y también me tengo que poner a
estudiar inglés, pero para eso tengo tiempo porque soy muy joven todavía. En
francés me manejo, el brasileiro lo falo
muito bem, he estado muchas veces en Brasil, pero vaya, al inglés le
atacaré en breve plazo.
-Nos habíamos
quedado en la tuna. ¿Cómo y cuándo llegó Sobremesa?
-Como grupo, como Sobremesa, hemos estado
unos dos años y medio, pero antes habíamos cantado juntos como amigos y
seguimos cantando como amigos. El grupo tuvo su origen, allá por 1990, a altas horas durante
las fiestas de Santa Ana, en Tudela. Íbamos cantando por los bares, había un
ambiente impresionante, y en una de esas se sumó una voz que nos dejó con la
boca abierta. Era Olga, a la que yo conocía por ser de mi pueblo, Arguedas.
Sobremesa se fundó porque llegó Olga, que es la chica que canta de verdad. Con
Olga éramos Sobremesa, y sin Olga somos cinco amigos de la tuna que seguimos
cantando porque nos gusta. En el grupo estábamos Olga, Miguel Ángel Eguíluz, uno de los mejores corriendo los encierros y Juan
Miguel Lafuente, y más tarde se incorporaron
Rafa Iribarren y Alberto Asurmendi.
Podemos
cantar cientos de canciones sin parar, sin cambiar la voz, tenemos un
repertorio inmenso, boleros, mejicanas, habaneras, todo, más lo de la tuna, el
repertorio es inmenso, inmenso, Nos
dieron las diez, Nos dieron las once, Diecinueve días y cuarenta noches,
montones, de la Pradera, mexicanas…
-¿Han dado muchos
conciertos?
-Síii, muchos. Hemos colaborado siempre que
nos lo han pedido en actuaciones musicales benéficas, somos una especie de ONG.
Para el 0,7 de Arguedas hemos cantado un montón de años para recaudar ayudas
para Chile, para Perú… En el Gayarre también, en festivales que organiza Ángel
Inda, que yo creo que es el que nos ha dado a conocer porque nos ha sacado en
su blog, que es muy leído. También nos sirvió para que supieran que existíamos
una actuación que hicimos en el Día del Navarro Ausente, en Arguedas… fue un
concierto muy bonito, además había muchísima gente, y eso fue un punto de
inflexión, nos dio el empujón definitivo para fundar Sobremesa, hasta entonces
cantábamos por simple afición. Bueno, y ya no te digo en celebraciones de
amigos, cumpleaños, comidas, en la calle por Sanfermín, Arguedas, en Tudela en
fiestas, Tafalla, en la cereza de Milagro… Cantamos, nos reímos, nos
divertimos, nosotros más que la gente que nos escucha, mal que les pese… ¡y ya
está!
-Deduzco que su
objetivo no era ganar dinero con la música.
-No, ese no ha sido nunca nuestro fin último,
la mayoría de nuestras actuaciones, el 99% diría yo, ha sido sin cobrar y practicar
música, al menos a mí, me ha costado mucho dinero, sobre todo en viajes por
Europa y América.
-Como Sobremesa
han dejado dos discos.
-Sí, dos. El primero se tituló Esencias y el segundo Emociones. Luego quedan muchas
canciones, en el aire…
-¿Su repertorio
incluye canciones propias o son todas versiones? ¿Han compuesto alguna?
-No, alguna letra la adaptamos, la metemos de
rondón, la inventamos, pero vaya… Son versiones porque para componer canciones
haca falta saber música, en primer lugar, luego hay que plasmarla en un papel,
y en tercer lugar es que no tenemos tiempo. Como decía un amigo mío de Tudela,
Luis González, el famoso Jabonero, famosísimo: Patena, no sé cómo he hecho en
esta vida para tener tiempo para trabajar.
-Hablando de
trabajo, ¿ha tenido problemas para compaginar música y abogacía?
-Voy a ser muy sincero: la música ha sido una
faceta de mi vida que me ha dado la oportunidad de conocer a muchísima gente,
que no sabe que me apellido Ubago. Patena, Patena… en las facturas me ponían
señor Patena y no podía desgravarlas. Pero si yo hubiese destinado parte del
tiempo que he dedicado a la música a ganar clientes, no hubiese dado abasto,
tendría el despacho más importante de toda Navarra. Soy más conocido por la
música que por la abogacía. Es que la música es muy gratificante, lo dijo
Platón y yo me lo aplico: La música es
para el alma lo que la gimnasia es para el cuerpo. Lo que he ejercido como abogado creo que lo he hecho dignamente,
pero la música me ha realizado en cantidad de aspectos, y si me ha perjudicado
algo profesionalmente también me ha dado momentos maravillosos. ¿Que no he
ganado tanto dinero? tampoco me ha hecho
falta, es más, me he enterado de que a los ricos les fastidia mucho morirse.
-Creo que ha
llevado casos importantes.
-Muy gordos. Yo me he dedicado sobre todo a
temas laborales, pero en Penal he tenido casos de asesinatos, uno de un chico
que mató a otro y que después le mataron a él, defendí a los maquinistas del
accidente de tren de Uharte-Arakil, una semana de juicio, obteniendo un buen
resultado penal y felicitaciones por todas partes. Pero lo que más repercusión
tuvo fue conseguir la primera declaración de incapacidad laboral en todo el
mundo para un futbolista profesional que, antes de ser contratado por el
Levante, donde se lesionó, jugó en Osasuna. Sentó jurisprudencia y después se han beneficiado los deportistas que han
tenido que dejar su profesión por culpa de las lesiones. Bueno, aquello fue…
aparecimos en la prensa de un montón de países, se habló de nosotros en
Holanda, Alemania, Argentina, Chile, etc... en todo el mundo.
-Imagino que todo
es cuestión de organizarse, ¿no?
-Claro. Mira, hay gente que anda de cabeza
con los plazos, eso es algo que no entiendo. Yo he contestado hoy a una demanda y el plazo terminaba dentro de
once días. Es que soy muy ordenado, el orden lo llevo por encima de todo. Al
ejercicio de la profesión no le ha afectado mi dedicación a la música, en modo
alguno. Ni en cuanto a ser un mejor o peor abogado a la hora de estudiar un
tema o llevarlo de una forma o de otra, en modo alguno, pero fuera de eso me he
divertido un montón. También con el ejercicio de la profesión. Como a otros les
gusta ir al monte, uno puede ser médico y te pone otro corazón y otra pierna y
cuando sale del quirófano se sube no sé qué montaña o se va a esquiar o anda en
bici. Como yo, que me he ido al Tourmalet, al Aubisque, la Marie Blanque, me he
hecho dos veces el Camino de Santiago, he participado catorce veces en la
Extreme Bardenas, la última con 60 años, iba a vacaciones a Salou con la bici
acuestas, he subido tres veces a la Higa, que es terrorífica… Eso no me ha
impedido ejercer mi profesión, y la música tampoco.
-Lo que no podrá
negarme es que quien le haya conocido en la faceta de abogado circunspecto se
sorprenderá cuando le ve encima de un escenario o si le descubre cantando por
ahí.
-Hombre, sí. Pero la verdad es que seis de
aquélla tuna de Derecho son notarios, ¡notarios! Y los componentes de Sobremesa, uno es
podólogo, otro médico, un ingeniero, dos
abogados… como otros que se dedican en este plan a la música son matemáticos o
profesores. Habrá alguno que dirá: ah! Pues no hacen tan mal esto de la música.
-Eso habrá dado
lugar a anécdotas, ser a la vez músico y abogado…
-Sí: a todos mis clientes les he vendido
discos.