Álvaro Jaúregui
(Pamplona, 1968) se incorporó al mundo de la abogacía después de una carrera
deportiva llena de éxitos como capitán del Portland San Antonio de balonmano.
Según cuenta, la transición de las canchas al despacho no fue sencilla, pero
mucho de lo vivido en el mundo del deporte profesional, “especialmente el
haber aprendido a encajar las derrotas y
las victorias con deportividad”, le sirvió para, con la ayuda de compañeros y
amigos, salir adelante como letrado.
¿Cuántos años hace que dejó el deporte profesional?
Me retiré en 2001.
Ese año ganamos la Supercopa de Europa, la Copa de Europa y la segunda Copa del
Rey, en Ciudad Real y pensé que era un buen momento para dar el salto a la
“vida civil”, como yo la llamo. Ya estaba cansado, sobre todo psicológicamente,
de tantos años dedicado al deporte. Ya no tenía una especial ilusión por seguir
jugando, así que vi que era el momento de retomar la “vida civil”.
En un momento como ese, puede considerarse una ventaja el tener una
carrera esperando, ¿no? Da la impresión de que muchos deportistas terminan su
carrera profesional y tienen que empezar a buscar a qué dedicarse.
Sí. En mi casa
tenían muy claro que había que estudiar, así que en cuanto terminé el colegio,
empecé Derecho. Y luego toda la historia del balonmano profesional fue viniendo
poco a poco, lo que me permitió sacar la carrera sin mayor problema. La
terminé, y ahí estaba para el día de mañana, para lo que pudiera servir.
Me imagino que ese no fue el
caso de todos sus compañeros de equipo.
Bueno, hay que
tener en cuenta que el balonmano no es el fútbol. Si yo hubiera sido
futbolista, después de 14 años jugando en primera división no hubiera tenido
necesidad de trabajar, porque habría ganado el suficiente dinero para no tener
que preocuparme por eso. Pero como el balonmano es un deporte completamente
distinto, casi todo el mundo tiene en la cabeza que solo es una etapa de la
vida, y una inmensa mayoría – al menos de lo que a mí me ha tocado ver- tiene
sus estudios. Los van terminando con mayor o menor prontitud, pero la mayoría tiene una profesión, la que
sea. También hay casos, evidentemente,
de gente que no ha estudiado nada, pero yo creo que es una minoría.
En aquella época la situación del balonmano era diferente.
Sí, ahora es
completamente distinto. Es uno de los deportes a los que la crisis económica ha
golpeado más duramente. El nivel del balonmano actual en España, salvo uno o
dos equipos, es prácticamente amateur. En algunos clubes puede haber cinco o seis
jugadores profesionales, pero poco más. El nivel está a años luz del de aquella
época. Por aquel entonces ganábamos todas las competiciones europeas. Sin
embargo ahora, como no hay dinero, la mayoría de los jugadores buenos ha tenido
que emigrar al extranjero para jugar y el nivel ha bajado mucho.
Entonces sí era posible ser profesional del balonmano y vivir de ello,
aunque no se ganara tanto como un futbolista
Sí, en aquella
época la mayoría de los jugadores de la liga ASOBAL éramos profesionales. Había
patrocinadores que apostaban por el balonmano, el balonmano estaba todo el día
en la televisión, se vivió el boom de
Iñaki Urdangarín… En aquella época era un deporte que gustaba y que se apoyaba
mucho.
Como vivió su transición al mundo de la abogacía
Fue una transición
bastante dura. Yo ya veía que estaban llegando los últimos años de mi carrera
profesional y empecé a reciclarme, a estudiar másteres, a hacer cursos.
Empiezas de cero en una profesión que realmente no conoces. Has hecho una
carrera, pero incluso la forma de
estudiar había cambiado en la época en que yo empecé a ejercer. El
sistema de enseñanza de aquella época era sólo teórico. Te ves un poco perdido,
en tierra de nadie, pero poco a poco formándote y con la ayuda de compañeros y
de amigos, vas saliendo adelante.
A la vez, veía que
por ejemplo, todos mis amigos, a esa edad en la que yo tuve que empezar de
cero, estaban bien situados, con sus
empleos, su estabilidad…. Yo tuve que vivir con una inquietud que ellos no
tenían. Pero no cambiaría lo que viví por tener una estabilidad mayor.
¿Qué se llevó del mundo del deporte al mundo de Derecho?
Todo lo que se vive
en el mundo del deporte profesional, es extrapolable a la “vida civil”. Al
final, lo que aprendes del deporte es el esfuerzo, el sacrificio, el luchar
siempre, el que unas veces se ganan los partidos y otras se pierden. Y cuando
pierdes, lo que tienes que hacer es seguir preparándote para hacerlo mejor
cuando tengas la siguiente oportunidad y poder ganar. Entonces, ese afán de superación
y de esfuerzo diario, es muy útil para ejercer como abogado. Sobre todo el saber asumir las victorias y
encajar las derrotas con deportividad. La vida es muy larga, hay muchas
oportunidades y hay que estar preparado para la siguiente.
Además, en la época
de Portland, nos tocaba salir al balcón
del ayuntamiento y hablar en público. Esa vergüenza que pueden tener algunos
principiantes a la hora de hablar en un juicio, yo no lo tenía, no tenía ese
miedo escénico, ese pánico que al principio parece que se tiene.
Por último, dentro
del mundo del deporte, aprendes a convivir con gentes de distintas culturas,
distintas religiones, gente de todo tipo, lo que hace que luego, al ejercer la
profesión, no te choque tener relación con
personas de otras nacionalidades, de otras culturas, algo que tal vez a una persona que empieza sí le pueda pasar,
porque nunca ha convivido con personas tan dispares.
¿Qué encontró diferente? ¿Qué le resultó más llamativo?
En el mundo del
deporte, el esfuerzo es el mismo. Pero tienes enfrente a otro que, si es más fuerte que tú, o simplemente o en ese
momento lo hace mejor, te vence en buena lid. Sin embargo, en un juicio, estás tú, está tu rival pero al final el que
decide es un tercero, que es el juez.
¿Le parece que en el mundo del deporte dependía más de usted mismo?
Sí, dependes más de
lo que tú haces. Tú y tus compañeros. Aquí, puedes llevar el juicio muy bien
preparado, y enfrentarte con un compañero que cuenta con las mismas armas. Pero
luego resulta que el que decide es un tercero que no sabes muy bien porque
tesis se decidirá y estás siempre con el
alma en vilo porque no sabes qué va a considerar.
¿Barajó en algún momento otras opciones profesionales, como por
ejemplo, representar a jugadores?
Hace tres años
aproximadamente, trabajando como
director deportivo del que fue mi club, el San Antonio, que en esa época era el
Amaya Sport San Antonio me tocó entablar negociaciones con muchos
representantes de jugadores y vi que muchos de ellos no tenían una formación
concreta sobre temas legales.
Muchas veces me lo
han planteado, pero mercadear así con las personas me parece complicado. Hay
representantes que son honrados, pero también hay muchos piratas. Muchas veces
priman los intereses del representante sobre los del jugador. Eso no me gustó
nada.Además, una vez que
empecé a salír adelante como abogado, no me quise plantear dejarlo y empezar
otra vez de cero como representante. Bastante me ha costado…